SIMPLEMENTE ELLA

Cuando alguien se sumergía en sus ojos, solo veía un misterio; se podría jurar que no había nada especial, pero si prestaba especial atención, podía ver el universo. Tocar su piel era como bañarse en llamas, parecía fría, gélida, pero era el ser más cálido que se pudiera tener el placer de conocer. Sus labios, dulce miel, pura ambrosía, en apariencia inocentes pero en el fondo colmados de deseo y pecado. La curva de su cuello aparentemente un lugar más en su pecaminoso cuerpo, pero una vez te instalabas en ella se convertía en tu lugar favorito del universo, seguro, cálido, único. Su voz, melodía angelical creada para embaucar. Que ser más perfecto, pensó él, lástima que no fuera real, que solo pudiera verla en sus sueños.